19 de septiembre de 2011

Nuevamente


De nuevo, frente a frente, como si el tiempo no hubiera pasado. Pero pasó. Pasó y se hizo sentir. Ya nada es como entonces. Esas palabras, esas frases que alguna vez tuvieron sentido, hoy parecen vacías.
Los dichos que en algún momento quedaban resonando durante horas, hoy pasan sin dejar ninguna secuela. Son sinsentidos, lugares comunes, frases hechas que no sensibilizan. Los llamados que supieron convertirse en ilusiones, hoy no suman ni tienen valor.
Las miles de noches de insomnio elucubrando con deseos esa sonrisa, esos ojos y esa piel, hoy parecen haberse diluido con el tiempo. Hoy estás nuevamente, pero ya no soy la misma. Tal vez sea que haber tocado fondo me fortaleció.

4 de septiembre de 2011

Advertencia


Algunos deberíamos venir con un cartel en la frente que alerte a cualquier transeúnte sobre lo que se va a encontrar si se cruza en nuestro camino. Y no hablo de ahuyentar a la gente, ni de hacer un esfuerzo por terminar quedándonos solos. Sería algo así como un manual de instrucciones o un aviso para que no haya cajas de sorpresas, ni revelaciones extrañas más adelante.
En mi caso, habría que advertir sobre mi marcada ansiedad. Y no sólo eso, debería adelantar que posiblemente no haya persona capaz de procesar todo lo que digo porque mi exceso de palabras termina siendo apabullante. Otro ítem sería que no todo es tan divertido ni color de rosa porque tiendo a perder las pulgas fácilmente, algo poco auspicioso de mi personalidad.
Más abajo, la carta de presentación destacaría que suelo ser sensible hasta las lágrimas, pero que puedo llegar a regalar una sonrisa por demás atractiva cuando de felicidad se trata. Que soy sumamente irracional cuando me enamoro y que posiblemente peco de introvertida, por lo que mis sentimientos más profundos nunca se perciben a simple vista.
Advertiría que suelo ser divertida pero que, en más de una oportunidad, mi malhumor toma tal volumen que mi vocabulario queda reducido a irritantes monosílabos. Por supuesto, alertaría sobre mis caprichos, esos que fueron alimentados desde la infancia y que a veces reaparecen en la adultez, opacando cualquier costado positivo.
Mi lista completa podría llevar dos o tres posts, pero a grandes rasgos diría algo así. Y posiblemente sea de gran utilidad. A lo mejor alguien que se enfrente a tal desafío prefiera abortar el operativo antes de empezarlo. Se ahorraría disgustos y, de más está decir, me los ahorraría a mí también.